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miércoles, 10 de julio de 2013

María Auxiliadora Capítulo 1

Guía para el lector

 

A continuación se presentan el orden alfabético los principales personajes que intervienen en esta historia:

 

 

Cabrini, Flavio: Novio de Catalina Falconieri.

 

Falconieri, Catalina: Novia del anterior e hija de los siguientes.

 

Falconieri, Fulgencio: Hombre de negocios, esposo de María Auxiliadora.

 

Falconieri, María Auxiliadora: Mujer de descendencia humilde casada con el anterior.

 

Falconieri, Simeón: Primogénito de Fulgencio Falconieri.

 

Febres, Javier: Joven empresario y amante de María Auxiliadora por mucho tiempo.

 

Ferrer, Lourdes: Ex cuñada del anterior.

 

Montenegro, Basilio: Psiquiatra famoso en la ciudad.

 

Mijares, Leoncio: Detective inspector de renombre.

 

Pérez, Águeda: Ama de llaves de la casa Falconieri.

 

Policarpo, Severino: Mayordomo de la casa Falconieri.

 

Velois, Fabián: Amigo de Simeón Falconieri.

 

Prólogo

 

Como en el ambiente general existen ciertas confusiones sobre estas enfermedades, creo conveniente poner este anexo a manera de introducción para el lector.

 

La psicosis

Se puede definir como:

 

´´Enfermedad mental, por lo general grave, en la que aparecen síntomas que denotan perturbaciones marcadas del juicio y de la percepción´´

 

Tipo de psicosis

La psicosis afectiva: son trastornos de la conducta que se caracterizan, principalmente, por aumento o disminución en la actividad o en el pensamiento, expresando el estado de ánimo depresivo o de exaltación.

 

Fase Maniaca: se caracteriza por seguridad exagerada; autosuficiencia; desinhibiciones; alegría desbordante; socialmente agresivo; planes ambicioso; inicia empresas que fracasan pronto o abandonan en poco tiempo; actividad excesiva; atención dispersa.

 

Fase depresiva: se caracteriza por tristeza, pesimismo, sentimientos de culpa, retardo del pensamiento y de la afectividad, sufrimiento afectivo acompañado de tensiones musculares, cuerpo encorvado, mirada fija hacia abajo, cara con expresión de pena.

 

 

Capítulo Primero

 

 

El andén numero 1 estaba en aquel momento excesivamente concurrido, pues acababa de llegar el tren de las 11.50, en las otras plataformas de la estación se agitaba una muchedumbre en todas direcciones, subiendo y bajando entre aquel piso y el inferior, entrando y saliendo del despacho del equipaje, de direcciones a la entrada y salida que comunicaban la estación Hart con el mundo exterior.

Del tren, por ultimo un mozo de mediana estatura se acercaba a la puerta inferior del vagónnúmero 3, estaba vestido según lo que le exigía la empresa para la que trabajaba, llevaba un traje azul, boina negra y zapatos del mismo color, tan bien lustrados que parecían nuevos. Al ver a una mujer que sobresalía entre la muchedumbre que bajaba, esperó su señal e hizo una especie de acrobacia para mantener equilibrio entre la escalinata del vagón y el suelo del andén. María Auxiliadora logró salir del tren, asomó su cándido rostro y todos podían notar su belleza casi perfecta a pesar del sombrero negro que llevaba sobre la cabeza.

¡Aguarde cerca Señora!¾ Gritó el mozo para luego desaparecer entre la muchedumbre.
Rápido por favor, estoy realmente acalorada¾ Agregó María desprendiéndose de uno de sus guantes.

Ella era rubia, con grandes ojos verdes, una piel blanca y un rostro perfilado; tenía una esbelta figura; una mirada vivaz y una expresión de júbilo que siempre pretendía dar una mala impresión a la sociedad. A primera vista, parecía una mujer alegre, inteligente y con sentido común. Aquel día llevaba un corto vestido color rojo intenso que mostraba su escote y resaltaba mucho su figura; en las manos llevaba guantes negros, muchos más cortos de los que usaban las damas de sociedad de aquella época. Ante la prolongada espera no tuvo más opción que quitarse el sombrero negro de redecilla de la cabeza, realmente estaba acalorada, había pasado una temporada larga en Paris en pleno invierno y se acostumbró totalmente al clima, venir de tan lejos para sentir el retorcido calor de la ciudad capital era razón de enojo y mucho más cuando aguardaba por un mozo tan incompetente como aquel que la había asistido.

De un momento al otro el joven aprecio con dos grandes maletas estampadas.

¿A dónde le llevo esto Señora?¾ Interrogó el mozo.
Por el amor de Dios muchacho, ¿Eres así de  inútil siempre, u hoy estás haciendoméritos?
Disculpe Señora, el despacho de equipaje está totalmente colapsado, no podía hacer másnada.

María se volvió hacia él, le clavó una mirada vibrante y luego agregó:

¡Hace mucho calor! demasiado calor como para estar escuchando tus excusas.
Si quiere voy a comprar un abanico, he logrado ver que una señora los vende acá cerca… en la esquina.
No, no, no…¾ Parecía desesperada cuando dijo aquello, su rostro había tomado un tono rojizo y realmente se veía sofocada.
¿Quiere agua… algo?, se ve algo mal señora.
¡CALLATE!¾ Resonó la mujer con enojo. Luego balbuceo:¾ ¿Dónde está Severino?

Un alarido ahogado se escuchó, María estaba totalmente desesperada por el exuberante calor, tanto que decidió arrancarse el vestido, soltar el guante que le quedaba y los zapatos, había quedado totalmente desnuda cuando se despojó de su rompa intima como cual bestia enfurecida. Algunos la veían con expresión de sorpresa, otros reían, y otros simplemente se sentían ofendidos porque había niños presente, ella sin embargo estaba calmada, no sonreía, no lloraba, su rostro parecía inerte, su mirada estaba perdida. Se quedó allí, de pie en aquella terminal, parecía no tener conciencia de lo que hacía,  era un impulso, algo que no lograba controlar, pero luego qué hacer, cómo actuar, de eso no estaba segura. Las miradas fijas de los transeúntes estaban puestas en ella, esperaban quizás alguna otra reacción, algún otro impulso de locura de aquella tonta mujer que era capaz de desnudarse en plena terminal del tren. Algunos pensaban que estaba desquiciada, otros sencillamente ya lo daban como un hecho, pero ella, ella que era la que sufría sabia realmente lo que pasaba por su mente, el por qué desesperarse de tal forma, por qué llegar a aquellos extremos, por qué ser el hazme reír de todas aquella personas que ni siquiera conocía, no era cosa voluntaria, no era algo que realmente ella había planeado para su regreso de Paris, algunos podían verla como una zorra Parisina que venía desde lejos parasembrar sus malas costumbre a una ciudad tan serena como lo era la Capital, pero no, era mucho más complejo que el deseo de romper con la tranquilidad de una sociedad, todo aquello pretendía ir más allá, incluso se podía decir que el destino concluyente ni ella misma lo conocía.


                             1

Déjeme entender Señora. Usted me está diciendo que tenía calor, que se sentía sofocada, acalorada, como usted lo quiera poner, y por eso, por esa sencilla razón a usted le pareció una acción acertada el quitarse la ropa en un lugar público, donde había NIÑOS presente… repito, niños.
Mejor que eso nada Policía, se le nota por encima que usted es inteligente, no creo que tenga que volver a repetirlo.¾ Agregó María Auxiliadora con un tono sarcástico.

La había capturado en plena desnudez la seguridad de la estación Hart, la llevaron hasta una pequeña oficina donde la obligaron a vestirse y esta aceptó de la forma más cordial posible, su expresión era distinta, estaba más calmada y llevaba una engreída sonrisa en el rostro.

De la forma más… cordial, le puedo decir señora mía que usted es una descarada.
¿¡Ah… si!? ¿y usted? Yo le digo, Usted es un grosero, viejo barrigón.
¿Cómo dice?
¿Es que acaso usted es sordo? ¡VIEJO BARRIGON!
No le permite este comportamiento, no le permito que me insulte.
Usted si se puede tomar la molestia de llamarme descarada y todo lo que le ha dado la gana, pues, se equivoca.

Antes de que el policía lograra decir algo más un hombre de edad madura entro en la estancia.

¡Severino!¾ María lanzó un alarido de sorpresa. Luego se balanceó sobre el hombre.¾Sácame de aquí, por favor, no quiero estar aquí.
Cálmese Señora, para eso he venido.¾ Miró al oficial e interrogó¾ ¿Qué es lo que ocurre con la señora?
Pregúnteselo a ella, la tiene al frente, yo quiero escuchar que le va a decir.
Hable de una vez hombre, todos queremos salir de esto lo más pronto posible.
La señora se desnudó delante de todos los pasajeros de la estación, y parece ni siquiera importarle que habían niños presente.
Yo conozco todos los procedimientos que hay que hacer en este caso¾ Agregó Severino.¾ Realmente no quiero estar toda la tarde en esto.
¿Y entonces? Procedimientos, son procedimientos.
Y dinero, es dinero, termine de hablar, ¿Cuánto necesita para liberar a la señora?

El oficial frunció el ceño, miró al hombre de hito en hito y ante tan propuesta no podía vacilar, eran épocas duras para el país, un sueldo de policía no le alcanzaba para alimentar una familia de 4 y alimentar una barriga cervecera, además nadie tenía porque enterarse, y realmente los procedimientos eran muy lentos.

No lo sé, deme lo que carga encima, y que le quede algo a usted para que le compre un poco de vergüenza a esta señora.

María se escandalizó ante el comentario del oficial, giró sobre sus talones y le propinó un sonoro bofetón.

¡SEÑORA!¾ gritó Severino.
Grosero, abusador, viejo ridículo…
Terminen de irse, entreguen el dinero antes de que me arrepienta.

Severino saco de su saco un sobre amarillo bien acomodado y lo lanzó sobre el escritorio del oficial. Tomó a María por un brazo y salieron de la oficina velozmente.

¡Vieja loca!¾ dijo el oficial sobándose el mentón.

 

 

2

 

La señorita Águeda Pérez se desplazaba escaleras arriba con una bandeja que contenía comida, cruzó por el pasillo de las habitaciones casi de puntillas, apareció de inmediato un corredor a la derecha por el cual se aventuró, no era muy largo pero si estaba alejado, era un espacio pequeñocon muebles y alfombras antiguas, las paredes estaban adornadas con pinturas muy famosas, al fondo se podía ver el cuadro de Petrus Paulus Rubens ``El rapto de las hijas de leucipo``, tan grande que llegaba hasta el suelo, estaba adherido a la pared con bisagras bien soldadas que le daban movilidad de puerta.

Águeda colocó la bandeja en el suelo cuando estuvo de frente al cuadro, se volvió a sus espaldas para observar si alguien se aproximaba, pero no logró escuchar ningún ruido, no había nadie cerca para verla allí. Se balanceó para abrir el cuadro, lo logro sin imponer mucha fuerza, detrás apareció un puerta de rejas finas que abrió de inmediato sin dejar escuchar ni siquiera el crujir del metal rozando con el metal. Apenas por la oscuridad se podía ver unas sombrías escaleras que llevaban a una especie de sótano que Águeda por su forma de entrar quería mantener en secreto, su agilidad además dejaba ver que aquella no era la primera vez que se aventuraba a entrar en aquel sótano oscuro, y mucho más notando el mantenimiento que le daba a aquella puerta de rejas de metal que no crujía al abrir. Al sumergirse en aquella abundante oscuridad con la bandeja en una mano, entrecerró el cuadro, solo se podía escuchar el eco constante del taconeo de sus zapatos negros, un minuto después no se escuchó nada más, luego rompió el silencio al decir:

Esto es lo único que comerás hoy, no hay más, en la servilleta esta la capsula que me pediste para el dolor. Vengo mañana.

El barullo del metal al ser arrastrado contra el suelo escabroso cortó el rítmico sonido del taconeo de Águeda al salir. Le pasó doble seguro a la reja y selló el cuadro con mucho cuidado.Regre por el mismo camino que había tomado para venir, dejando atrás las escaleras que conectaban el pasillo de las habitaciones con la cocina, su verdadero lugar en la casa Falconieri. Con pasos largos se aproximó hasta la habitación más alejada de la escalera principal pero máscerca de la escalera que conectaba con la cocina, era la habitación principal de María Auxiliadora, una gran estancia muy bien amueblada y decorada según el extravagante gusto de la señora. Habían muchos espejos, donde menos lo esperabas estaba uno, a María le encantaba mirarse en el espejo, le encantaba vociferar de su belleza, siempre estaba aplicando algún humectante, armando algún nuevo peinado en su perfecta cabellera rubia o apreciando su figura con cada nuevo vestido que hacia traer del exterior.

Águeda había rodeado la estancia hasta estar cerca de la cama, al lado de esta estaba un pequeña mesa de noche con una lámpara extravagante y bajo ésta reposaba un retrato de María y Fulgencio en vísperas de su boda, él se veía viejo, viejo y cansado al lado de ella, se notaba a distancia la diferencia de edad, pero a María no le importaba, siempre era víctima de comentarios fuera de lugar en las fiestas de la sociedad más acaudalada del país, siempre había sido vista como la joven de pueblo que pescaba un marido rico para satisfacer su vanidad, sus caprichos, pero ella nunca doblegaba ante estos personajes que constantemente estaban para atacarla e intentar dejar por el suelo su moral. Ya había pasado un tiempo muy largo al lado de Fulgencio, irradiaban mucho amor el uno por el otro, tanto que concibieron una niña, una niña que llamaron Catalina Falconieri.

Águeda tomó el retrato con su mano y la pasó lentamente a manera de carisias para luego presionarlo contra su pecho. Lo disfrutaba, eso dejaba ver, además de una lagrima que se asomó desde su ojo derecho, que se mezclaba con la tristeza y la felicidad que sentía. Colocó el retrato en su lugar e introdujo una mano en el bolsillo de su delantal negro de donde extrajo una rosa roja marchita y sin tallo, la miró sonriente como quien tiene un imperio en sus manos, en ese momento escuchó el bullicio característico de María Auxiliadora desde planta baja, había llegado la Señora, su faz se tornó inexpresiva y mientras intentaba llevar la rosa a su lugar corrió apresurada hacia la cocina sin percatarse que ésta había caído cerca de la cama.

 

 

 

 

 

3

 

 

María llegó radiante, más feliz que nunca, cuando vio a su esposo se mezcló entre sus brazoscon un fuerte abrazo, no lo besó en la boca, ella esquivó su beso y lo recibió en la frente.

¿Cómo ha estado el viaje? ¿Cómo esta Paris?
El viaje amor ha sido terrible. Demasiadas personas para la época, la próxima vez quisiera viajar en un vuelo privado, los vuelos comerciales sacan lo peor de .
Lo sé amor, lo sé, pero la avioneta esta en mantenimiento, no puedo permitir que mi esposa viaje en esas carcachas.
Estoy segura de que siempre has deseado lo mejor para mí.
Así es. Debes estar cansada, ¿subes?

Severino había advertido a Fulgencio de lo ocurrido, pero este no estaba del todo enterado, nunca hablaba con María de las cosas tan extrañas que hacía, siempre que lo intentaba ella lo negaba hasta morir, por ello no perdía su tiempo en eso, y ordenó a Severino que fuera la sombre de su esposa, él debía estar enterado siempre del estado mental de la mujer que amaba.

No amor, si estoy un poco cansada¾Musitó María al oído de su esposo.¾ pero quiero ver a Joliet, he estado mucho tiempo lejos de ella, la extraño.
Joliet ha sido muy traviesa en tu ausencia, esta atrás, Águeda debe estar dándole de comer en este momento.

María se sepa de Fulgencio y se fue a ver a la perra como cual niña busca un juguete nuevo.

 

Severino apareció en la salita casi que inmediatamente después que la señora partió al jardín, el estado anímico de Fulgencio cambio al ver la expresión preocupada de Severino, éste siempre supo hacer su trabajo, no dejaba a la Señora a merced de nadie, estaba enterado casi que de todos los detalles que rodeaban a María, y ésta lo quería realmente como un padre. En una ocasión la señora se había extraviado en un centro comercial, pasaron cinco horas sin encontrar a María hasta que Severino dio con un lugar del que ella siempre hablaba y en efecto allí se encontraba, había alegado que tantas personas causaron fatiga en ella y realmente perdió el sentido de las cosas y el tiempo cuando llegó a aquel lugar alejado del centro comercial.

¿Quiero me expliques Severino que es lo que ha ocurrido con María esta vez?¾Interrogó Fulgencio con su característico tono de voz tan grave.
La señora me pidió que la dejara ir en tren desde el aeropuerto hasta acá, yo estuveesperando su llegada en el aeropuerto pero ella tenía muchas ganas de viajar en tren, yo no la acompañe porque tenía el coche.
¿Cómo se te ocurre dejarla sola?
Ya sabe cómo se pone la señora cuando le dicen que no, yo acepté y de inmediato me aproximé a la estación  de trenes, pero el tráfico era mucho más fuerte. Llegué tarde.
¿Tarde? ¿Tarde a qué? ¿Para qué?

Severino guardé unos segundos de silencio y luego agregó:

La señora se desnudó en plena estación Hart a causa del calor, cuando llegué un viejo amigo me puso al tanto y tuve que regresar al tráfico para ir al banco por dinero.
Otra vez, otra vez María Auxiliadora haciendo estas cosas tan extrañas, hace unos meses no me dejó que la abrazara y entró en un ataque de histeria,  lo viste ella comenzó a golpearme.

Ambos tragaron en seco, estaban realmente preocupados por el estado de María que cada día parecía empeorar un poco más, a pesar de las múltiples visitas al psiquiatra y los medicamentos que no servían para nada, las cosas no cambiaban para bien con María. Hacia un tiempo cuandodio a luz a Catalina ocurrió un escándalo muy grande en el hospital, Fulgencio sabía que desde ese momento las cosas con María habían comenzado a empeorar, pero no había logrado entender el porqué de muchas cosas relacionadas con su esposa, para el habían muchos misterios alrededor de María y el tiempo pasaba y no lograba descifrar qué era aquello que la agobiaba tanto y qué podía hacer para ayudarla, él la amaba y quería todo lo mejor para ella, Fulgencio no podía permitir que María se hiciera daño a sí misma.

Debe llevarla al psiquiatra señor¾ Agregó Severino.¾ ese doctor tiene que encontrar la fuente de su problema, suena fuerte, pero su aptitud es de una persona perturbada. La señora María tiene que ser atendida.
Lo sé, lo sé Severino me da miedo pensar en lo peor, me da mucho miedo imaginarla lejos de .
Es por su bien, solo por su bien.

Águeda se había mantenido lo más oculta posible, desde donde estaba lograba escucharperfectamente la conversación entre Severino y el Señor. Su abundante sonrisa dejaba ver la rabia que sentía por María, como pudo se acercó hasta un pequeño jarrón pesado que reposaba sobre una mesa cerca de la salita, impulsando toda su fuerza lo dejó caer y corrió de puntillas hasta la cocina.

¿Qué ha sido eso?¾ Interrogó Fulgencio, Severino se aproximó hasta el lugar donde reposaban los pedazos del jarrón.
Alguien estaba escuchando.
Es seguro Severino, María nos escuchó.¾ Musitó el hombre.

 

 

4

 

María era amante de la lectura, todas las tardes a eso de las tres y media intentaba recrearse un poco sumergiendo su mente en una que otra obra de fantasía, historias románticas o cualquier otra clase de cuentos que hicieran de ella una chiquilla ilusionada, una niña tranquila que vive para sonreír y  tomar de la vida lo bueno, solo lo bueno.

Aquella tarde no fue diferente, estaba indecisa frente a las gran biblioteca que Fulgencio le había acomodado en el Green Hall de planta paja, un hermoso salón rodeado por una amplia biblioteca con innumerables novelas famosas y representativas de muchas épocas, habían muebles cómodos, cuadros vivos que irradiaban serenidad, alfombras, un espacio amueblado y adornado para tomar el té, un hermoso piano blanco que usaba siempre la joven Catalina cada vez que venía de Italia, y una conexión con el jardín lateral que le daba el punto más verde del lugar. Una hermosa y amplia rejilla de metal daba paso a un jardín anchuroso donde de cuando en cuando a María le gustaba tomar el desayuno. Era un lugar pensado y diseñado tan solo para ella, para nadie más.

¾ Me rehusó a ser víctima de Shakespeare, otra vez.¾ Dijo abandonando Hamlet a un lado.¾¿Dónde estará… a ver…?¾ Rebuscó entre un pila de libros al fondo del segundo tramo.¾ Aquí está, definitivamente Miss Susan Hald sabe cómo divertir hasta a un suicida.¾ Sonrió solo como ella sabía hacerlo.

Susan Hald era una escritora canadiense que había vivido en la época de 1914, era una mujer amante del arte y de los hombres ajenos, desde 1895 a la edad de veinte años se separó de su madre para ejercer la prostitución como una necesidad carnal, que además le permitió hacerse de algo de dinero con el tiempo. Nunca conoció a su padre y los psicólogos siempre atribuyeron su estilo de vida a la búsqueda de una niña por cariño de un padre, una figura paterna que ella intentaba recrear con cada hombre que pasaba bajo sus faldas. Se había acostado con más decincuenta hombres, los cuales utilizaba en pinturas que para la época actual se habían hechofamosas, representaba la belleza del hombre desde una perspectiva que solo ella podía percibir. Escribió más de 25 novelas románticas en donde relataba historias fantásticas en las que ella y sus múltiples amantes eran los protagonistas de pasiones prohibidas, su temática se tornaba un tanto erótica pero nunca llegaba a lo obsceno, a pesar de que en entrevistas con alguno de los hombres que frecuentaba uno de ellos relató que Susan Hald era una mujer que sabía realmente lo que un hombre necesitaba y que nunca estuvo inhibida de actuar como toda un prostituta en la cama. Su muerte llegó en 1929, a mediados del año fue encontrada muerta en una vieja casa al norte de la ciudad donde vivía, había sido estrangulada con una corbata de caballero y abusada físicamente, su cuerpo estaba amoratado y presentaba grados de descomposición. No había sido una vida fácil y su muerte no sería la excepción.

María era amante de todas sus novelas, le encantaba la forma en que ésta relataba tan descaradamente el encuentro entre ella y los esposos de sus pocas amigas, para Miss Susan el papel de amante era como una profesión, sentir el engaño, el miedo de ser atrapada era lo que más le gustaba, y ese sentido del humor con el que siempre describía esos momentos más difícil con hombres problemáticos o no tan bien dotados. Era una mujer que personificaba la perversión para la época de inicios del siglo e incluso a mediados del mismo se podía considerar de la misma manera.

Inadvertidamente un aire tosco abrió paso en la estancia, los cabellos rubios de María se alzaron al mismo momento que las páginas del libro que tenía en manos se revolvieron, el sonido de la puerta al cerrar cortó la brisa y apareció en el salón un joven de aproximadamente veinticuatros años, de aspecto sombrío, que vestía como cual universitario de la época. EraSimeón Falconieri, el hijo mayor de Fulgencio, único fruto de su primer matrimonio y lo único que podía recordarle a su fallecida esposa, la presencia de aquel joven era la presencia de su madre, un recuerdo viviente que le permitía a Fulgencio recordar su pasado día a día.

Esas no son cosas que pasan en esta época del año.¾ Agregó el joven con una sonrisa satírica.
¿De qué hablas?
La brisa, esa brisa tan fuerte en épocas de mucho calor.¾ dijo sin sacar las manos de los bolsillos de su pantalón azul marino y sosteniendo su sonrisa burlona.¾ no es muy normal, pero que es normal en este mundo, nada, nada lo es.
¿Lo dices por ti? , imagino.
No precisamente, no es a mí a quien me refiero.¾ Simeón dio unos pasos hasta el pequeño bar para servir un poco de whisky.
Sabes lo que piensa tu padre cuando bebes, no deberías.
No debería hacer muchas cosas, la gente no debe hacer muchas cosas a veces, pero sin embargo las hace, que yo de vez en cuando haga travesuras no es para escandalizarse, ¿No crees?
Mientras no lo hagas cerca de mí, yo seré feliz.¾ Agregó María imitando la sonrisa del joven.
María, María, María…¾Repitió luego de suspirar.¾ tan pronto me abres el campo de batalla.
Realmente no sé qué haces aquí, sabes muy bien que éste es mi espacio y no me gusta que se llene de gente indeseable.
¿Tu hijastro es gente indeseable para ti?¾ Fingió ofenderse y María lo sabía.
Ya madura, es un consejo para que lo tomes y lo uses.¾ Se puso de pie, llevo el libro a su lugar y continuó.¾ Ser un mantenido de tu padre se ha convertido en tu hobby y créeme que eso no está nada bien. Desde la muerte de tu madre parece que no has podido cortar ese cordón umbilical, todavía estas unido a él como un parasito, y eso se ve feo, es decir, querido hijastro ya a tu edad un matrimonio es un plan a corto plazo y sin embargo nada, no hay nada en ti que me sirva para aplaudirte y decir: Oh… ese que está allí es mi hijastro Simeón un hombre de bien que ha sabido cómo manejar su vida, es un hombre que produce que siembra para cosechar. Pero no, para tu mala fortuna, tenemos esto, solo esto¾ lo señalo con ademan de desaprobación.
Que fácil se hace para ti reconocer un parasito, estas tan bien ligada a ese concepto que dejas mucho en que pensar.¾ Rodeó la mesita donde reposaba el whisky para servir otro trago y continuó.¾ quizás tú te  identificas tanto conmigo que no quieres que cometa tus errores.
Si, seguro es eso, tú eres muy parecido a mí.
¡Zorra!¾ Gritó el joven colérico.
¿Y qué le paso a tu sonrisa querido hijastro se te borro con el licor? ¿Tan pronto te hizo efecto, o es que te duelen las cachetadas en la hombría?¾ dijo con una extensión de la comisura de sus labios abundante.
 vas a salir de esta casa María Auxiliadora, y vas salir por el jardín.¾ comenzó a vociferar Simeón.¾ Las ratas abandonan el barco ante la primera alerta de naufragio, te veré saltar.

María reviró los ojos, sonrió y se acercó al joven para musitar en su oído:

Eres realmente adorable, casi, solo casi me haces llorar. En la vida solo los fuertes sobreviven, y los débiles como tú, solo son escalones para los fuertes.¾ dicho esto salió del salón tranquila, como si nada de lo anteriormente dicho la afectara.

 

 

5

 

El ama de llaves de la casa Falconieri cerraba la reja que conectaba el jardín con el Green Hall, al mismo momento que Simeón salía de casa para ir a tomar un postre con algunos compañeros de la facultad, o por lo menos eso le había comunicado a su padre al terminar la cena.

No era muy tarde, apenas eran las ocho menos un cuarto de la noche, una noche serena que no rompía con el molde de aquel día, ni siquiera la atmosfera calurosa había variado, al contrario, el calor se había hecho más insoportable, razón por la cual María había solicitado a Águeda que bajara la temperatura del aire acondicionado.

Ahora si me está haciendo efecto este día tan pesado.¾agregó María mientras aplicaba un humectante en su piel, estaba sentada sobre un banco de madera tapizado, de frente al espejo más grande de su alcoba.¾ pasará un largo tiempo antes de que se me ocurra volver a viajar. Por favor amor, recuérdamelo.
Me encargaré de hacerlo, todo para que no te separes de .¾ dijo su esposo desde la cama, mientras ojeaba un diario de aquel día.
Ja; Ja; Ja… fue un tiempo corto amor, más tiempo tiene Catalina en Italia, realmente extraño a mi hija, ya quiero verla. Tantos años en ese internado, tanto tiempo lejos denosotros.
No fue nuestra decisión amor, sabes que era algo que ella deseaba, yo siempre quiero lo mejor para ustedes.
Si, lo sé, pero a veces te olvidas de ti. No me gusta que te descuides tanto.
¿A qué te refieres?
Tu salud Fulgencio, hace cuanto no vas al médico, tienes exactamente tres años sin revisar tu corazón, sabes que siempre he intentado…

Antes de poder terminar la frase, Fulgencio agregó poniéndose de pie.

Sabes cuánto odio responder a las preguntas de esos médicos y escuchar esos comentarios y regaños, yo estoy muy grande para que me estén regañando.¾ se acercó a María y la abrazó desde atrás de tal forma que la imagen de ambos quedara reflejada en el espejo.¾ Yo ya he vivido lo suficiente, ahora son mis hijos los que tienen que hacer frente a esta casa.
¿Y yo? Lo que acabas de decir suena tan egoísta, yo no soné por ningún lado en tu visión de futuro.
Tú harás lo que tengas que hacer, no estarás hatada a mí, tú me has hecho muy feliz y mereces lo mismo.
No me gusta tu forma de hablar esta noche.¾ se levantó algo molesta.¾No me gusta que hables así, parece que te despides.
Tú iniciaste el tema, yo solo soy realista.
No me gusta tu realidad, eres cruel.¾ Rodeó la habitación hasta llegar a la cama, viocontiguo a ella el retrato de su boda y lo tomó.¾Parece que para ti este matrimonio era un simple…¾ Su rostro se tornó inexpresivo de un momento a otro. La sangre comenzaba a hervir, sus ojos estaban punzantes.
¿Qué te pasa María?

Con la mirada clavada al suelo parecía no estar escuchando, de un momento a otro precipitó el retrato contra el espejo con tal fuerza que miles de pedazos cayeron al suelo en cuestión de segundos. Nuevamente un alarido agudo se escuchó, comenzó a llorar desesperadamente, se paseaba las manos por el rostro mientras fijaba su mirada en un punto de la habitación, se veía agitada, como si algo la perturbara, mantuvo una extraña actitud aun cuando Fulgencio intentaba levantarla y sacarla de allí, pero era imposible, se había plantado con fuerza en el suelo y no movía ni un centímetro de su cuerpo, estaba totalmente inmóvil.

¾¡MARÍA!¾ Gritó el hombre un par de veces desesperado, pero ésta no escuchaba, seguía rígida, hasta que lanzó otro alarido y comenzó a golpear a su esposo brutalmente.

¾ Tenías que traerla, tenías que traerla hasta aquí, tenías que recordarme, tenías que recordarme que…¾ gritaba María desesperada.

¾¿De qué hablas?¾ Logró tomar el control.¾¿De qué estás hablando, que sucede contigo?

Hubo un momento silencioso en el que solo la respiración agitada de María se escuchaba.

¾¡Sácala! ¡Sácala de aquí!

¾¿Qué? ¿Qué quieres que saque de aquí?¾ Se levantó de la cama, rebuscó a los alrededores y encontró un rosa roja marchita bajo la cama.¾¿Es esto? ¿Esto es lo que quieres que saque?

¾¿Quién puso eso ahí?¾ María lloraba desesperada, parecía estar frente al mismo demonio, estaba aterrada y furiosa.

Fulgencio saco la rosa de la habitación y cuando regresó encontró a su esposa acostada sobre la cama balbuceando cosas sin sentido, seguía preguntándose quién había colocado eso allí y le pedía ayuda constantemente.

¾¿María qué tontería es esta?¾ Se pasó la mano por la cabeza.¾ ¿Por qué te pones así, que sucede? Estas mal, estas muy mal, reaccionas muy mal María. ¿En qué te ayudo?

¾Todo esto me pesa, no es fácil para mí, me siento asfixiada, sácame de aquí, vámonos de aquí quiero respirar.

¾Está bien, vamos al jardín un rato, caminas un momento.

Aquello era extraño, una rosa la hacía retorcerse,  la hacía actuar como una desquiciada, María ocultaba un secreto, un secreto que no era capaz de develar a su marido pero que transformaba su personalidad totalmente. Su respiración realmente se había agitado, su corazón estaba totalmente acelerado, eran un conjunto de recuerdos confusos que en su mente se pasaban uno detrás del otro haciéndola perder el juicio. No era la primera, esta era más bien la ocasión más afortunada para Fulgencio, ya que en oportunidades pasadas no lograba controlar su furia.

Su mente se ponía roja, al igual que su visión, sus alaridos parecían representar un profundo dolor, un dolor que viene del alma, y que con el paso del tiempo ha sabido arrastrar de la forma más cautelosa posible.

 

 

6

 

 

Aquella mañana había un tiempo perfecto, Lourdes Ferrer dejo la cama a eso de las siete y treinta minutos, como acostumbraba cada mañana pidió a la doncella el café bien cargado y se ducho con el agua bien fría. Lourdes era encantadora, llevaba los cabellos cortos y negros, sus ojos grises hacían un contraste fascinante y sus labios eran verdaderamente escarlatas. Vivía en casa de su ex cuñado desde hacía ya diez años, siempre estuvo al lado de Javier Febres aunque este nunca se lo pidió, luego de la muerte de su hermana Perla María, Lourdes sintió la necesidad de acompañar a su ex cuñado y consolarlo por la terrible perdida. Ella sabía que Javier había amado mucho a su hermana y que aun después de muerta la seguía queriendo, pero también conocía la relación que éste tenía con María Auxiliadora Falconieri, y por eso no iba a permitir que la muerte de Perla María fuera una ventaja perfecta para María Auxiliadora.

Mientras acondicionaba un arreglo floral que colocó en la mesa de madera que tenía en su habitación, la doncella llamo a la puerta, Lourdes la hizo pasar y esta dio aviso que el desayuno había sido servido en el jardín por órdenes del señor Javier, cuando escuchó la noticia no logró disimular la sonrisa, ella sabía que cuando Javier pedía que el desayuno se sirviera en la mesa del jardín era porque estaba muy feliz o porque quería vociferar alguna confidencia. Ella lo necesitaba feliz, puesto que había planeado desde hacía ya cuatro meses un viaje a una isla del Caribe, sabia cuanto adoraba Javier las playas y ese clima tan cálido, pero también conocíacomo era éste con su trabajo y que tan apretada tenía su agenda.

Era una oportunidad dorada para ella, si Javier decía que estaba de acuerdo serian tres días y dos noches juntos en alguna isla del Caribe, aquella sería una experiencia única y verdaderamente placentera para ella, estar con el hombre que había amado en silencio durante tanto tiempo, revivir la pasión por un hombre ajeno, ella recordaba con dolor el momento en el que tuvo que renunciar a él por la notica de la boda con su hermana, habían sido días difíciles, tanto que luego de la boda decidió irse a Europa por un par de años, para buscar un nuevo amor, y casarse, pero no resulto, olvidarse de Javier no era cosa fácil y el tiempo y la distancia solo intensifico su deseo de estar a su lado, fue por eso que decidió regresar, regresar con la idea de estar a su lado, con la idea de convertirse en la mujer del hombre de su hermana.

¾Realmente hoy amaneces más joven que nunca Javier, los años te pasan por debajo.¾Dijo Lourdes viendo aparecer a su ex cuñado luego de una corta espera en la mesa del jardín.

¾Buenos Días.¾ Le besó la mejilla.¾ No sé si creerte o no, hoy cuando estaba de frente al espejo me he encontrado un par de canas.¾Tomó asiento.¾ O tu concepto de juventud es totalmente diferente al mío, o soy yo que quiero hacerme el anciano tan pronto.

¾Tonterías, las canas en los hombres no son un problema, sola para las mujeres es cosa de alerta, para ustedes es un accesorio.¾Sonrió y le dio un sorbo al vaso de jugo que había servido la doncella, cortó luego una pieza de pan e interrogó.¾ ¿Y a qué se debe que hoy pidieras el desayuno en el jardín?, la última vez que lo hiciste fue hace ya un par de meses.

¾No lo sé, las noticias que van y vienen, y uno se alegra para variar las cosas.

¾Suena tan sencillo, pero la sonrisa que cargas no parece natural, parece elaborada.

¾Tienes toda la razón, es totalmente culpa del medio ambiente, el hombre siempre ha estado determinado por el medio que lo rodea, ¿no es así?¾ Sonrió aún más y sorbió su café.¾ Yo no puedo ser la excepción.

Quien no te conoce Javier realmente te cree, pero yo sé que algo tienes entre manos.
Tú siempre piensas mal de mí.¾Ambos rieron.

Javier era un hombre de unos cuarenta y tantos años, no estaba cerca de los cincuenta para tampoco tan lejos, tenía cabellos oscuros y ojos claros, su sonrisa era elegante y su sentido del humor verdaderamente espontaneo. Había nacido en España, a los pocos meses de nacido sus padre decidieron dejar el país por los problemas que la familia Febres tenían con Margarita, la madre de Javier. No era una mujer adinerada como la familia Febres y los abuelos paternos de Javier jamás consintieron el matrimonio entre Marcos y Margarita, las clases sociales para la época eran demasiado atascadas, no se podían mezclar distintas clases porque no estaba bien visto para la sociedad.

Marcos desde niño había gozado de un espíritu de lucha envidiable  y nunca se dejó dominar por sus padres, cuando éstos se rehusaron totalmente a su matrimonio con Margarita éste dejo todo por iniciar una vida al lado de la mujer que amaba. Su hijo no era tan distinto a su padre, Javier siempre mantuvo una actitud similar a la de su padre, puesto que siempre supo lo que quería, cómo lo quería, y para cuándo lo quería. Nunca dejaba las cosas a medias y luchaba hasta el final por aquello que sabía suyo.

Cuando conoció a Perla María en un viaje que hizo luego de terminar la universidad decidió que aquella hermosa mujer seria su esposa, a pesar de que Perla para aquella época estaba comprometida con el hijo de un banquero acaudalado, éste nunca se rindió, y conquisto el amor de aquella mujer que había visto un par de veces en la terminal. Javier estaba enamorado, verdaderamente enamorado de Perla María, siempre se lo demostró de las mil maneras posibles, pero ella no lo quería tanto, ella no sentía la misma pasión que él, para ella aquel matrimonio erauna farsa, ella no amaba al hombre con el que dormía todas las noches, ella no vivía con la misma alegría con la que vivía él a su lado.

Cuando Javier conoció María Auxiliadora, todo el amor que sentía por Perla María ya se estaba extinguiendo, María había llegado para florecer su efusión y para éste nunca fue impedimento el que ambos estuviesen casados, sus mentes estaban tan conectadas que quizás nunca vieron problema alguna en su relación.

¾ Que tiempo tan cálido está haciendo en estos días, ¿no crees?¾ Inquirió Águeda dejando a un lado la mermelada de grosella.

¾ Realmente nunca puedo quejarme del clima, sabes cuánto amo el calor, me siento más cómodo.

¾ Lo sé, pero quizás estos no son los lugares perfectos para disfrutarlos, yo preferiría una isla, alguna que otra hermosa costa donde disfrutar realmente el intenso sol, estar en la ciudad en estas épocas no es disfrutar el clima.

¾ Si, extraño mucho los viajes a la costa, realmente disfrutaba visitarlos junto Perla, ya he perdido la cuenta de cuantos años tengo sin ir por esos lados.¾ Dio un último sorbo a su taza de café y continuó.¾ Lástima que mi agenda no me lo permita, estoy realmente ocupado hasta mitad de año e incluso creo que tengo que planificar un viaje de negocios para Argentina en dos meses, nunca me ha gustado ese país, pero el señor Riccio ha decidido que sea yo el que se reúna con esa gente, realmente no me entusiasman mucho esos planes. Espero cambie de parecer.

Lourdes había cambiado descaradamente su expresión ante el comentario de Javier, sabía que si le proponía el viaje al Caribe en ese momento, éste respondería que no, pero ella realmente quería hacerlo, ahora tendría que devolver el paquete turístico, porque ni por un segundo pensaría en viajar sola aunque ese sería el consejo que Javier le daría luego de negarse totalmente a la propuesta, él siempre la aconsejaba para que saliera un poco más y conociera más personas, no le gustaba que estuviese ya más tiempo a su lado perdiendo preciados años de su vida, él por otra parte no se molestó en buscar a nadie más porque tenía el corazón y la mente ocupado en María Auxiliadora, solo estaba esperando el momento perfecto para hacerla su esposa, pero sabía que para eso solo faltaba el divorcio, pero el quizás lo veía muy lejos.

¾ Es una lástima que estés tan ocupado.¾ Agregó Águeda bajando la cabeza para adecuar la servilleta de tela sobre sus piernas.

¾ ¿Por qué lo dices? ¿Acaso tenías planes?

Águeda levantó la mirada en seguida y respondió un tanto nerviosa:

¾ ¡Oh! No, no, es solo que tú…  trabajas demasiado, te hace falta un buen descanso. Debes de tener los hombros tensos y eso no es saludable.

¾ Mi padre siempre dijo que nunca se trabaja demasiado. Quizás fue eso lo que lo llevo tan rápido a la muerte.

¾ Lo ves, debes tomarte un tiempo para ti, para disfrutar un poco.

¾ Es lo mismo que yo te digo a ti, creo que has pasado demasiado tiempo a mi cuidado, ya no soy un niño pequeño.

¾ Me estas pidiendo que me vaya.¾ Dijo con un tono apagado.

¾ No, no, no, para nada.¾ Apretó la mano de su interlocutora sobre la mesa.¾ Es solo que… han pasado diez años desde la muerte de Perla María y tú te has echado a los hombros la responsabilidad de no dejarme solo, te has olvidado por completo de ti, de tu felicidad, eso no me gusta. Tú eres una mujer hermosa y mereces una hermosa familia, mereces a alguien que teame.¾ Soltó su mano.

¾ A veces la vida es tan… injusta que me da miedo vivirla a plenitud. Yo quiero todo eso que deseas para mí, lo quiero desde hace mucho tiempo, pero las circunstancias nunca me favorecieron completamente, siempre he tenido que servirme las migajas, y no sé, creo que por primera vez merezco la dicha de estar con el hombre que amo.

Los ojos de Javier parecían huevos escalfados, ante la noticia no vaciló en disimular su sonrisa:

¾ ¿Estas enamorada? ¡Oh! Lourdes, de qué me he perdido. ¿Lo conozco?

¾ , es posi…

Antes de poder terminar la frase la doncella apareció apresurada, y dio aviso de la llegada dealguien a la casa:

¾ Señor Javier, en su oficina lo está esperando la Señora Falconieri.

Los ojos de Javier no disimularon la felicidad, incluso se podía percibir cierto brillo que realzaba su dicha. Dejo caer la servilleta al suelo y salió apresurado hacia su oficina.

¾ ¿Usted desea comer algo más Señora Lourdes o retiro la mesa?

¾ Puedes echarle lo que resta del desayuno a los perros, me has cortado el apetito con esa noticia.¾ Se puso de pie y se fue como alma que arrastra el diablo.

María Auxiliadora estaba de espaldas a la puerta de la oficina, de frente a ella en la pared reposaba un cuadro de Pierre Puvis de Chavannes, disfrutaba el concepto de aquella pintura que llevaba por nombre La Esperanza, el cual dejaba ver sobre un fondo de ruinas y muerte, de colinas salpicadas de cruces, una personificación a la alegría de la esperanza en la actitud de confianza, casi imperiosa, de una joven que sostiene un ramo verde. Sonrió espontáneamente y la alegría llegó a sus ojos, escuchó a sus espaldas el cerrar de la puerta y se volvió para ver a su amado pasar el cerrojo, ambos sabían para que iban a utilizar ese momento, ella como pocos días llevaba un vestido fácil de quitar, pocos accesorios, sin contar esa sonrisa hermosa que hacia vibrar a más de uno, él ya se había comenzado a quitar la  camisa cuando ella se fue corriendo hasta sus brazos. Había pasado un tiempo demasiado largo desde la última vez que se vieron, aquel viaje a Paris había sido una interrupción malintencionada y planificada por ella, siempre lehacía saber que cuando más tiempo pasaban separados, cada encuentro se hacía más vivo, más real, la forma con la que Javier hacia frente a su pasión era lo que más disfrutaba, ella sentía que realmente la necesitaba, y se sentía satisfecha en su totalidad. La última vez que se vieron habían discutido por culpa de Fulgencio, Javier no soportaba la idea de que aun ella durmiera a su lado, a pesar de que siempre le decía que ya su esposo no respondía como hombre y que se sentía sola, con falta de amor, éste se llenaba de rabia y en más de una ocasión le propuso huir lejos, lejos de todos aquellos que se opusieran a su relación. María no soportaba sus berrinches, a ella le gustaban las cosas como estaban. Hablaba de un futuro con él, pero no parecía un futuro muy cercano, a él le encantaba cuando ella se refería ambos en sus planes, pero odiaba que el tiempo pasara y nada se diera.

Cuando María decidió viajar a Paris, Javier ni siquiera se molestó en despedirse, algo le decía que ella estaba buscando la forma de terminar con todo aquello, pero su manera de pensar cambio cuando la vio en su oficina con aquel vestido fácil de quitar, a pesar de que ella siempre le decía que le encantaba la forma en la que éste reaccionaba en la intimida después de una temporada de separación, tenía miedo de que en uno de esos viajes ella se olvidara de él.

¾ Pensé que ya no volverías.¾ Dijo él sacándole el vestido rápidamente.

¾ Los buenos amantes no son cosas de un día.¾ Sus miradas se encontraron en una línea recta.¾ No puedo darme el lujo de perderte de la noche a la mañana por una tontería.

¾ Me gusta tu sensatez.

¾ Y a mí me gusta la forma en que respondes a ella.

Hicieron el amor sobre el escritorio, no vacilaron en lanzar las cosas que reposaban sobre éste,haciendo todo el ruido que podían, a ellos no les importaba en lo más mínimo si había testigos o si alguien se oponía en aquel instante. Cuando era su momento eran solo ellos, eran dos cuerpos que se mezclaban y procuraban ser uno solo.

 

7

 

 

El teléfono de Basilio Montenegro sonó un par de veces, antes de que éste pudiera contestarlo, al otro lado del auricular su secretaria daba aviso de la llegado de un paciente, al escuchar el nombre, no dudo en hacerlo pasar.

Montenegro era psiquiatra, un hombre de baja estatura, piel bronceada y cabellos castaños,tenía unos cincuenta y tantos años de edad pero aparentaba unos cuantos más, llevaba gafas grandes y poseía una tonta apariencia, pero era realmente un hombre con una gran inteligencia.

Cuando vio aparecer a Fulgencio Falconieri en la habitación, comenzó a servir dos vasos de whisky, su paciente sonrió ante tal acción y agregó:

¾ Voy a denunciarte porque imagino que a cada paciente lo emborrachas para poder iniciar una regresión.¾ Basilio dejo salir una risotada y lo invitó a sentarse entregándole el vaso.

¾ Si supieras las cosas que tengo que escuchar aquí, a veces me hace falta un buen trago para pasar el rato amargo.¾ Se puso cómodo.

¾ Mi madre siempre decía que para ser psicólogo o psiquiatra uno tenía que tener un toque de locura.

¾ Todo ser humano tiene un toque de locura, no hay nadie lo suficientemente normal ante los ojos de la sociedad como para ser un patrón a seguir.

¾ Estoy totalmente de acuerdo contigo, aunque viendo la actuación de los congresistas en esta época, me pongo a dudar.¾ Ambos rieron.

¾ Cuéntame, ¿qué te trae por aquí?

¾ La verdad, solo vine a tomarme un vaso de whisky gratis.¾ Sonrió.

¾ Dudo que Fulgencio Falconieri no tenga para pagar no digo un vaso, sino un conteiner de Whisky.

¾ Mi esposa no me lo permitiría.¾ Basilio hizo ademan de sorpresa, era extraña su expresión, parecía como que no esperaba que Fulgencio tocara el tema de María Auxiliadora, pero luego reflexiono y se dijo para sus adentros: (¾ Para qué más podía venir.)

¾ ¿Cómo está la Señora?

¾ Por eso he venido, las cosas no han ido del todo bien, al contrario, creo que todo ha empeorado con ella.

¾ Cuéntame un poco.

¾ Desde hace ya algún tiempo María se a tornada una persona agresiva, no siempre, es en ocasiones, me ha golpeado, me ha dicho cosas… duras, malas palabras, María cambia su estado de ánimo fugazmente, a veces sin razón y otra veces

¾ ¿Hay alguna razón para que ella se comporte así?¾ Interrumpió con una pregunta.

¾ Es algo tonto Basilio pero… . María puede llegar a entrar en pánico cuando esta ante la presencia de una rosa, algo tan simple como eso. Hace dos noches entró en pánico, se puso furiosa porque encontró una rosa bajo la cama, yo ni siquiera sé quién coloco eso allí, yo no entendí nada de lo que ocurrió esa noche, y realmente me siento ignorante de lo que ocurre con mi propia esposa.

¾ Yo  sé quién coloco esa rosa allí.

¾ ¿Cómo? No entiendo.

¾ Esa rosa roja en específico la colocó la persona que se hizo poseedora del informe sobre tu esposa que envié a tu dirección hace… cuatro años.

¾ ¿De qué informe me estás hablando? A mis manos no llegó ningún informe.

¾ Lo sé, lo imaginé, en el momento que entraste aquí,  me hablaste de tu esposa y de sus problemas, supe que a tus manos jamás llegó ese informe. Yo tenía ciertas dudas de lo que ocurrió ese día, y cuatro años después veo que siempre tuve razón.

¾ No estoy entendiendo nada.¾ Dejó el vaso a la mitad a un lado y continuó.¾ ¿Tú enviaste un informe a la casa, por qué?

¾ Eran mis conclusiones en cuanto al estado de María Auxiliadora, yo le había practicado constantes regresiones, no era mucho lo que podía obtener de una persona tan bloqueada como ella, pero había descubierto ciertas cosas.

¾ ¿Por qué no me entregaste ese informe en mis manos?

¾ Veras, deja que te explique todo. El día en que decidí llamarte para darte a conocer el estado de tu esposa, me contesto una mujer, ella me hizo saber que el número que había marcado ya no era propiedad de la Familia Falconieri, me dio el número que había sido otorgado para ustedes por parte de la compañía telefónica y de inmediato llamé, como cosa de suerte  me contestaste en seguida, tu voz estaba rara, alegaste estar pasando por una gripe y por eso tu voz estaba extraña. Yo te comenté ciertas cosas sobre tu esposa, aún tenía dudas de que fueras tú, pero realmente tenia coherencia la conversación, es decir, sabias de lo que hablaba. Te cité en mi oficina y me dijiste que el médico te había otorgado un reposo, yo para esa fecha debía viajar a casa de mi cuñada con mi esposa e hijos y entonces  me dijiste que enviara un informa con la información y que luego hablaríamos, yo estuve de acuerdo, y te deje mi numero fuera de la ciudad para hablar, yo envié el informe y a los tres días tu llamaste y me hiciste saber que todoestaba bien y que ya no necesitabas que siguiera viendo a María Auxiliadora.

¾ Esto es… extraño, demasiado extraño, no hace falta que te diga que ese no era yo ¿verdad?

¾ Como te he dicho, cuando entraste a mi oficina, corrobore mi hipótesis. Yo dudaba que ese no fueras  en un principio, pero luego de hablar contigo y darme cuenta que todo estaba bien, lo deje así

Fulgencio estaba totalmente sorprendido con la noticia, alguien se había hecho pasar por él para ocultar aún más los secretos de María Auxiliadora, pero quién, quién podía haberlo hecho. Debía ser alguien que estuviese muy ligado a ella, o a su matrimonio, saber todo sobre ella, tanto como él.

¾ Estoy verdaderamente sorprendido con esto, no sé qué decir, jamás me esperé algo así, cuando María me dijo que tú mismo habías dado la orden de que ella no asistiera más a tu consulta porque todo estaba bien, yo me sentí realmente aliviado, a  no me gustaba que ella viniera aquí, no por ti, sino por ella, yo  que ella es muy débil, muy sentimental pero esto jamás lo esperé.

¾ Para mí también fue difícil lidiar con esta situación, no sabía si asistir luego a tu casa a buscar respuestas, pero es que para  estuvo claro luego de nuestra conversación telefónica, a pesar de mis dudas, no estaba en posición de pasar por entrometido, la relación de pacientes estálimitada.

Hubo un minuto de silencio en el que Fulgencio desvió la mirada de su interlocutor, se mantuvo pensativo, buscaba respuestas, pero sabía que el único que las tenía era Basilio:

¾ Pero… ¿Qué es lo que tiene mi esposa?, ¿Por qué actúa así?

¾ María tiene un grave problema con el pasado, sus emociones están totalmente determinadas por un pasado que permanece bloqueado en su mente, quizás cuando experimenta esta clase deataques, su mente se llena de imágenes, imágenes de ese pasado que ella intenta doblegar pero no lo consigue. En varias ocasiones intente con las regresiones llegar al fondo de lo que la atormentaba pero era casi imposible traspasar esa barrera, ella siempre hacia énfasis en la existencia de esas rosas rojas, es quizás un objeto que representa ese profundo dolor que siente, representa ese pasado aquí en el presente. María sufre un trastorno de conducta que se caracteriza por el aumento o disminución en la actividad o en el pensamiento expresando un estado de ánimo… ya sea depresivo o de exaltación.

¾ ¿Y qué hago?¾ Interrogó Fulgencio con los ánimos por el suelo.

¾ Ella debe permanecer bajo vigilancia médica, su estado podría ponerla en peligro a ella o a los que la rodean. Hay que llegar al fondo de todo eso que la atormenta.¾ Basilio pensó unos segundos antes de interrogar:¾ ¿María tiene algún familiar cercano? ¿Conoces a algún familiar con quien se pueda hablar?

¾ La verdad es que no, cuando conocí a María me dijo estaba sola en el mundo, venia de un pueblo pequeño, y me había dicho sus padres habían muerta hacía ya muchos años.

¾ Entonces debe ser ella la que nos comunique sobre su pasado, nadie más que ella, debe tener la confianza suficiente y la seguridad de poder recordar y comunicar eso que la atormenta.

¾ Debes verla de nuevo, tienes que ser tú. No puedo sentirme tan mal al verla así, ella parece fuerte, pero es una mujer muy frágil.

Ante el silencio de su interlocutor, Fulgencio intentó traducir la mirada perdida del psiquiatra, sabía que estaba pensando en algo, pero no estaba seguro en qué. Cuando éste le comunica sus pensamientos la exaltación del hombre fue intensa.

¾ ¡JAMÁS!, yo no puedo permitir que mi esposa pase el resto de su vida en un sanatorio.Permitir. Eso no lo puedo.

¾ Si María no está en constante vigilancia, lo peor podría pasar, y lamento decirlo,  serias el culpable, porque solo tú tienes la decisión de protegerla de sí misma.

Fulgencio jamás su hubiera imaginado aquello, estaba atado de manos, y no sabía qué hacer, Basilio tenía razón, pero encerrar a María en un sanatorio seria como enterrarla viva, no se hacíaa la idea de verla en un lugar como esos, realmente estaba atado de manos, y ya no sabía que pensar.

¾ Debes darme un tiempo para pensar las cosas, no es tan sencillo, no es algo que se decide de la noche a la mañana.

¾ Lo sé, pero tienes que estar claro que el tiempo está corriendo desde hace ya muchos años.

¾ Lo sé, necesito un favor, quiero que busques el número de teléfono al cual llamaste hace cuatro años. ¿Crees que sea posible?

¾ Lo intentaré, pero no sé si está registrado en su historia clínica, normalmente acostumbro a hacerlo, pero debido a las circunstancias lo dudo.

¾ Por favor, hazlo, realmente necesito respuestas.¾ Se puso de pie.¾ Muchas gracias por todo, yo estaré muy pendiente de estar comunicado contigo.¾ Basilio se puso de pie y estrecho la mano de su interlocutor.

¾ Piensa bien las cosas Fulgencio, es por su bien.

¾ Lo sé.

Basilio lo vio salir desanimado, su expresión no era la misma que cuando entró, ahora se veía desganado.

El futuro de María Auxiliadora estaba en sus manos.