domingo, 21 de abril de 2013

El ocaso de una pasión

EL OCASO DE UNA PASION
Quería y podía correr a tu lado, no era difícil, no era complicado. Todo aquello que me decías que era imposible, para mí no lo era, para mí era sencillo, mucho más de lo que tu pensamiento sobre mi prematura locura de amor imaginaba. Corría en círculos, cerrados círculos de los cuales no podía salir, quería correr de aquel espacio yermo que daño me hacía, que dolor me causaba y que de cuando en cuando creía me engañaba.
No eran tus falsas palabras lo que quería escuchar, no era tu experiencia la que quería vivir, no era tu pasado el que quería juzgar, yo solo quería caminar, caminar a tu lado y pensar en el porvenir, ese tan lejos pero tan cerca dependiendo de tu apreciación del tiempo, dependiendo de tu manera de vivir.
Caer como cual roca en las aguas de un rio salvaje, romperme como el cristal de un espejo manchado de tu sangre envenenada, tocarme con tus afiladas manos y hacerme mucho más daño del que puedes imaginar, solo eso eres capaz de hacer por mí, y aun así yo sigo aquí, de pie como cual rascacielos.
Me invitas a correr, correr y correr pero no sé hasta dónde llegar, lo hago tal y como me dices, corro y corro sin mirar, sin pensar y cuando abro los ojos, cuando creo que ya todo a terminado te veo al final del camino de pie como la primera vez y es allí, es así como todo vuelve a comenzar y yo dejo que pase a pesar de conocer el final porque creo poder cambiar las cosas pero el tiempo se encarga de demostrar mi error.
Me buscas como cualquier alternativa para fundir tu calor, me matas como a cualquier animal indefenso, soy parte de tu cadena alimenticia y haces de mí la alfombra de tu camino al pasar. Pasa el tiempo y no logro matar tu recuerdo, no consigo acabar con tu sombra que se ha vuelto la pesadilla más grande que estremece mis sentidos, eres un coctel de veneno, eres la ponzoña que por mi sangre corre, eres la manzana podrida, eres la musa que he de matar.
Soy consciente de que tu muerte me ha de doler, soy consciente de que seré los gusanos que jueguen con tu carne, porque separarme de ti seria como separarme de mí, pero aun así tu muerte he de planificar, he de acabar con mi dolor antes de que esta ponzoña haga su efecto, debo acabar con mi sueño y mi pesadilla.
Llorar sobre tu regazo y darme cuenta que tu corazón dejo de latir para mí, llorar y darme cuenta de que tu corazón jamás latió para mí, llorar y escarbar entre tus carnes para darme cuenta que tu corazón jamás estuvo allí.
Llevo tu cadáver arrastras, tu sangre corre pero no me llama, tus manos dobladas, esas con las que una vez fingiste tocarme, tu cabeza gira como la de cualquier muñeco sin vida, tus piernas no se mueven, me detengo, me detengo ya casi sin fuerzas, me desplomo a tu lado miro tus ojo abiertos y manchados por tu coagulada sangre, respiro por última vez y con lo poco que me queda de fuerzas me lanzo sobre tu pecho y te abrazo, un abrazo que durara el tiempo justo y necesario, el tiempo de un final, el final que ambos escogimos para adornar esta vida tan dañada.
Me perdiste y me perdí en el camino de un desgraciado desenlace.
Luis Mazzanti



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