domingo, 21 de abril de 2013

Las hermanas Bubbie Primera Parte

Las hermanas Bubbie
Había pasado ya mucho tiempo desde la ultima vez que lo había visto, la realidad para un simple mortal que no conoce de amores o pasiones, es que solo habían pasado seis meses, solo una mitad de aquello que conocemos como año. Eran poco los días quizás para decir “Mucho tiempo “ pero quien toma en cuenta realmente el tiempo cuando se extraña.
Mi mente había sido durante todo aquel periodo una especie de campamento en el que mis mas dulces y vivos sentimientos jugaban a formar imágenes divertidas en las que los protagonistas eramos Piere y yo.
A pesar de que grandes ilusiones traían consigo grandes penas, para mi el ilusionarme con él era una forma de vida, quizás dolorosa para algunos o tal vez un tanto obsesiva, porque si, no faltaba aquellos que me obsequiaban un consejo, uno que no pedía, pero que sin embargo obtenía.
Para mi amiga Raquel aquellos recuerdos que me oprimian, hacían solo eso, oprimirme en cualquier forma posible, objetaba mi falta de interés por un cambio y también la falta de amor hacia mi misma, pero era mas fuerte que yo, durante años había estado muerta por la vil opresión de mi madre, pero ante su llegada, ante su presencia, esa que quizás no esperaba para aquel momento, pero que sin embargo llego y llego para hacerme sentir y cuando digo sentir pretendo hacer énfasis en vivir.
“Fue hace tan solo seis meses, seis largos meses de haberlo conocido, y de alguna manera siento que lo había esperado toda mi vida y a pesar de mis tristezas, se que había llegado en el momento preciso.
Aquella tarde de Agosto cuando el barco en que viajaba atraco en el muelle de San Juan, aquella tarde en la que descendía aquella amplia escalera, lo hacia solo de cuerpo, porque mi alma estaba opaca, venia de lo que yo reconocía como mi prisión flotante, aquella Isla que engaña y oprime mis mas dulces deseos de libertad, estaba harta de todo a mi alrededor, harta de las ordenes, las rutinas, los voces de mando, harta de todo aquello que obliga.
- Alice Bubbie. - Repitió el mozo que entregaba el equipaje un par de veces, no sé por que tarde en responder, pero lo hice, quizás estaba tan harta que hasta mi nombre no hacia bulto, quizás es un simple síntoma de aquel que siente que su identidad es falsa y que todo lo suyo es una mentira elaborada por terceros.
Debía tomar el tren que me llevaría a Polca, esas eran las ordenes de mi madre, debía darme prisa en conseguir un tren, ya que esta objetaba que San Juan eran un criadero de cerdos de demonios, criminales y no era apto para mi, no para una Bubbie. Quizás yo quería quedarme a conocer aquel criadero de cerdos, pero no tenia poder de decisión, era yo contra el mundo, el mundo que mi madre se había dignado a trazar para mi. Me encaminé hacia la terminal, como podía cargaba mi pesada maleta, me dirigí hacia la parada de taxis, intente tomar uno, pero un grosero hombre se encargo de apartarme del coche, mire con rabia el carro que salía y no me quedo mas que sentarme a esperar al fondo, en el espacio quizás mas oscuro de la terminal.
No tenia ganas de esperar, no por mi, sino por mi madre, yo sabia que de alguna forma ya se había trazado un itinerario de viaje, ella imaginaba que debía llegar a la hora que su retorcida cabeza planeaba, porque ella nunca entendería incidentes como el del taxi.
En medio de mi pensamiento, o quizás mi cruel augurio, un joven de edad quizás contemporánea había tomado mi equipaje y había huido de prisa, yo intente ir tras él pero se me hizo difícil alcanzar su ritmo, no logré salir de la terminal, mi torpeza me hizo caer al suelo, no sin antes gritar como una desquiciada para llamar la atención de alguien, pero quién, quién en su sano juicio haría eso por un desconocido, a veces mi inocencia podía sorprenderme. Como pude me puse de pie, me fui al un asiento para revisar mis rodillas y encontré allí una herida, tan fresca como un vegetal recién cosechado, levante mi vestido y con el mismo limpie con mucho cuidado alrededor, no era muy grande, ni dolorosa, solo muy escandalosa.
- Necesitas ayuda? - Una voz extraña, pero muy dulce llamó mi atención. Al levantar la mirada encontré a un joven del piel blanca y cabello oscuro que resaltaba una hermosa sonrisa y levantaba ante mi mirada la maleta que había perdido.
Me puse de pie frente a él y sonrei, en aquella terminal de recuerdos, aquella terminal que marcaba un inicio de manera latente en lo que seria el verdadero preludio de mi vida, sin pensarlo así era, sin esperarlo allí estaba.
Se que Raquel me mataria si se enterara que nuevamente estoy memorando esto, sé que me mataria si se enterara que voy nuevamente a Polca con el deseo de verlo en San Juan, pero no, se que no sucederá, lo sé por hechos no por suposiciones. Hace dos semanas le había enviado una carta diciendole que iria a Polca en estas fechas, pero no recibí respuestas, no sucedió lo que yo esperaba, él no respondió a mi carta y eso me hizo entender que me había olvidado, que quizás nunca fui para él, lo que él fue para mi.
Piere había hecho caso de lo que pensaba, de lo que me ordeno o de alguna forma me impuso, que lo olvidara, que comenzara de nuevo y que tratara de ser feliz, pero como hacerlo si siento que soy feliz a su lado, si soy feliz con él…
Diciembre, 2010
“Lo que el sol ilumina,
Lo que la luna oculta
En su capa trasnochada
Lo que Dios unió
Y el hombre separó
Somos extraños, un espacios yermo es nuestro escenario
Pero no existen mas actos para nosotros
El guión se extinguió
En las llamas de tus mentiras sosegadas.
Y mis sentimientos están suspendidos,
Mi corazón dividido en bandos desiguales, y mi razón gobierna con su carácter mas ofensivo.”
Mayo, 2011
Luis Mazzanti

0 comentarios:

Publicar un comentario