Un rio en El Sahara
Mientras caminaba por aquel solitario paraje, era de día, era de noche, estaba claro y estaba oscuro, todo me daba igual, todo aquello que veía a mi alrededor no sabía si era verdadero o falso, solo sabía que era, que estaba y que de alguna forma no parecía acabar.
Llevaba conmigo solo mi inmunda ropa, llevaba conmigo un inmenso cansancio, mi frente perlada en sudor, y un apetito voraz que no sabía con que saciar. Ya hacía mucho que estaba caminando, no sabía a dónde ir, no sabía por qué seguir andando por este yermo paraje que solo me llevaba a mi ruina total.
No tengo un nombre sencillo de pronunciar, por ello no lo pronuncio, no tengo ganas siquiera de avanzar pero aun así mis piernas siguen deambulando sin siquiera dejarme descansar, si es que esa es la palabra correcta, en este punto entre el aquí y el ahora no se ya lo que es correcto, mas nada podría agregar.
En medio de aquel erial solo había una espesa arena que se colaba entre mis ojos cansados, no podía levantar mis brazos para cubrir mi rostro ya que estos solo colgaban a mis costados como adornos de un árbol de noche buena, noche de paz.
Un día no se cual, no sé por qué ni mucho menos cómo pero mis ojos divisaron a la distancia lo que cualquier ser reconocería como alimentos, alimentos que necesitaba, alimentos que yo quería. No pensé ni un instante, corrí con las fuerzas de una animal que caza a su presa, corrí con las fuerzas que nunca pensé tener en aquel momento tan desgraciado, corrí y corrí, hasta que algo me detuvo, algo que no esperaba, pero que estaba allí, allí frente a mí.
-¿Por qué?- Fue lo único que salió de mi seca garganta, aquella pregunta que muchos nos hacemos pero creo que nadie tiene la dicha de encontrar la respuesta a ella. Quizás me considere especial la circunstancia, quizás más allá de todo esto yo era especial, no lo sé, lo único que sé es lo que escuche luego de que mi pregunta retumbara mis frágiles oídos:
-¿Qué harás?- Me interrogo aquella voz.- ¿Qué vas a hacer ahora?
No me moleste en contestar de inmediato, tan solo me propuse a buscar el origen de aquella fuerte voz que se dirigía a mí con tal naturalidad como si me conociera, como si me retara, como si supiera lo que sería capaz de hacer.
-¿Quién eres?
-No importa.- Respondió. –No es muy buena respuesta una pregunta. ¿Qué harás?
-No lo sé.
-¿Que quieres?- Inquirió.
-Tengo mucha hambre, desearía poder tomar aquellos alimentos.
-¿Qué te detiene?
-No lo ves. Es lo suficientemente grande para fingir no verlo, incluso extraño para este desierto.
-¿Quieres los alimentos entonces?
-Si
-Entonces por qué no vas por ellos.
-Acaso no ves el rio, o eres un ciego tonto.
- Por supuesto que lo veo, yo mismo lo puse ahí, yo mismo me encargue de tomar esos alimentos y los lance al otro extremo, yo mismo me encargue de traerte aqui. Fui yo quien te puso el hambre, fui yo…
-Eres un desgraciado, ¿cómo puedes hacerlo?
-Yo lo puedo todo.
-Entonces por qué no me traes los alimentos.
-Es simple, tú tienes una necesidad, quieres algo, y es por eso que tú debes buscarlo. Ya lo has encontrado, allí esta, solo debes tomarlo y ya está.
-No voy a repetirte lo del rio porque ya me has cansado. – Le dije enojado.
-Sí, es mejor así, las excusas no se pueden repetir más de tres veces porque se les nota la costura.
-No es una excusa, no es una mentira. Mira ese rio, su corriente es muy fuerte, y esas piedras se ven peligrosas y resbalosas, podría correr por ellas pero se me hace imposible llegar al otro lado.
-Entonces, no quieres los alimentos.
-Si los quiero pero…
-Tienes miedo. Si tu realmente quisieras esos alimentos no estarías aquí, estarías allá degustando, pero tu cobardía no te deja avanzar.
-¿Qué tal si voy y me caigo en el rio?
-Si eso pasa, tendrás que buscar la manera de salir de él.
-Para eso prefiero quedarme aquí y buscar otros alimentos, en algún lado deben haber otros, ¿no crees?
-Sí, lo creo, estoy muy seguro de eso. Pero… también se que así como este rio hay muchos más.
-¿Qué quieres decir?
-Te lo pondré fácil; imagínate que: Te vas a buscar otros alimentos, o te sientas a esperar que estos vengan a ti. Piensa que los buscaste y los encontraste y que también encontraste otro rio entre ellos y tu, qué harás, como vas a tomarlos.
-¿Por qué tantos ríos?
-No son solo los ríos, es lo que eres capaz de hacer por lo quieres, si ya una vez abandonas lo que quieres, así será siempre, nunca serás capas de dar nada por ello, y al final te darás cuenta que no has logrado nada.
-¿Pero si intento pasar el rio y muero?
-El intento es lo más cerca del logro que tienes, el intento es un sinónimo de logro para mi, y también debe serlo para ti.
Pensé en lo que me dijo aquella voz y obtuve muchas respuestas, pensé en todo, principalmente en mí, me vi y entendí por qué tan solo, porque tan escaso de recursos físicos y sentimentales, entendí por qué tenía hambre, por qué estaba ese rio entre los alimentos y yo, y por qué no avanzaba. Comprendí lo que me esperaba si continuaba así.
Hoy miro hacia atrás y observo, porque sí, tengo la capacidad de observar lo que una vez perdí por falta de coraje. Las dificultades son solo obstáculos que nos ponen en el camino tan solo para saber que somos capaces de hacer por lo queremos, para saber si damos, y si merecemos. La vida no es fácil ni en tu fecha de nacimiento ni al momento de tu muerte.
No seamos de esos que se sientan a esperar que las cosas lleguen y se resuelvan, seamos de esos que luchan por lo que quieren, de esos que no tienen vergüenza de decir Yo lo intente, de esos que dan todo por aquello que les quita el sueño. Seamos parte de una historia, una historia verdadera con características de vida, en donde cada final es un nuevo comienzo. A veces necesitamos hacer inventarios en nuestra vida para saber que tenemos y porque vamos a luchar de ahora y adelante. No se puedo dormir sin un sueño, no se puede levantar sin ganas, no se puede caminar sin saber adónde ir, y no se puede estar en donde no se quiere estar. La VIDA ES PASADO, PRESENTE Y FUTURO, no podemos negar ninguno de estos porque estaríamos escasos de implementos para avanzar.
Luis Mazzanti
Mientras caminaba por aquel solitario paraje, era de día, era de noche, estaba claro y estaba oscuro, todo me daba igual, todo aquello que veía a mi alrededor no sabía si era verdadero o falso, solo sabía que era, que estaba y que de alguna forma no parecía acabar.
Llevaba conmigo solo mi inmunda ropa, llevaba conmigo un inmenso cansancio, mi frente perlada en sudor, y un apetito voraz que no sabía con que saciar. Ya hacía mucho que estaba caminando, no sabía a dónde ir, no sabía por qué seguir andando por este yermo paraje que solo me llevaba a mi ruina total.
No tengo un nombre sencillo de pronunciar, por ello no lo pronuncio, no tengo ganas siquiera de avanzar pero aun así mis piernas siguen deambulando sin siquiera dejarme descansar, si es que esa es la palabra correcta, en este punto entre el aquí y el ahora no se ya lo que es correcto, mas nada podría agregar.
En medio de aquel erial solo había una espesa arena que se colaba entre mis ojos cansados, no podía levantar mis brazos para cubrir mi rostro ya que estos solo colgaban a mis costados como adornos de un árbol de noche buena, noche de paz.
Un día no se cual, no sé por qué ni mucho menos cómo pero mis ojos divisaron a la distancia lo que cualquier ser reconocería como alimentos, alimentos que necesitaba, alimentos que yo quería. No pensé ni un instante, corrí con las fuerzas de una animal que caza a su presa, corrí con las fuerzas que nunca pensé tener en aquel momento tan desgraciado, corrí y corrí, hasta que algo me detuvo, algo que no esperaba, pero que estaba allí, allí frente a mí.
-¿Por qué?- Fue lo único que salió de mi seca garganta, aquella pregunta que muchos nos hacemos pero creo que nadie tiene la dicha de encontrar la respuesta a ella. Quizás me considere especial la circunstancia, quizás más allá de todo esto yo era especial, no lo sé, lo único que sé es lo que escuche luego de que mi pregunta retumbara mis frágiles oídos:
-¿Qué harás?- Me interrogo aquella voz.- ¿Qué vas a hacer ahora?
No me moleste en contestar de inmediato, tan solo me propuse a buscar el origen de aquella fuerte voz que se dirigía a mí con tal naturalidad como si me conociera, como si me retara, como si supiera lo que sería capaz de hacer.
-¿Quién eres?
-No importa.- Respondió. –No es muy buena respuesta una pregunta. ¿Qué harás?
-No lo sé.
-¿Que quieres?- Inquirió.
-Tengo mucha hambre, desearía poder tomar aquellos alimentos.
-¿Qué te detiene?
-No lo ves. Es lo suficientemente grande para fingir no verlo, incluso extraño para este desierto.
-¿Quieres los alimentos entonces?
-Si
-Entonces por qué no vas por ellos.
-Acaso no ves el rio, o eres un ciego tonto.
- Por supuesto que lo veo, yo mismo lo puse ahí, yo mismo me encargue de tomar esos alimentos y los lance al otro extremo, yo mismo me encargue de traerte aqui. Fui yo quien te puso el hambre, fui yo…
-Eres un desgraciado, ¿cómo puedes hacerlo?
-Yo lo puedo todo.
-Entonces por qué no me traes los alimentos.
-Es simple, tú tienes una necesidad, quieres algo, y es por eso que tú debes buscarlo. Ya lo has encontrado, allí esta, solo debes tomarlo y ya está.
-No voy a repetirte lo del rio porque ya me has cansado. – Le dije enojado.
-Sí, es mejor así, las excusas no se pueden repetir más de tres veces porque se les nota la costura.
-No es una excusa, no es una mentira. Mira ese rio, su corriente es muy fuerte, y esas piedras se ven peligrosas y resbalosas, podría correr por ellas pero se me hace imposible llegar al otro lado.
-Entonces, no quieres los alimentos.
-Si los quiero pero…
-Tienes miedo. Si tu realmente quisieras esos alimentos no estarías aquí, estarías allá degustando, pero tu cobardía no te deja avanzar.
-¿Qué tal si voy y me caigo en el rio?
-Si eso pasa, tendrás que buscar la manera de salir de él.
-Para eso prefiero quedarme aquí y buscar otros alimentos, en algún lado deben haber otros, ¿no crees?
-Sí, lo creo, estoy muy seguro de eso. Pero… también se que así como este rio hay muchos más.
-¿Qué quieres decir?
-Te lo pondré fácil; imagínate que: Te vas a buscar otros alimentos, o te sientas a esperar que estos vengan a ti. Piensa que los buscaste y los encontraste y que también encontraste otro rio entre ellos y tu, qué harás, como vas a tomarlos.
-¿Por qué tantos ríos?
-No son solo los ríos, es lo que eres capaz de hacer por lo quieres, si ya una vez abandonas lo que quieres, así será siempre, nunca serás capas de dar nada por ello, y al final te darás cuenta que no has logrado nada.
-¿Pero si intento pasar el rio y muero?
-El intento es lo más cerca del logro que tienes, el intento es un sinónimo de logro para mi, y también debe serlo para ti.
Pensé en lo que me dijo aquella voz y obtuve muchas respuestas, pensé en todo, principalmente en mí, me vi y entendí por qué tan solo, porque tan escaso de recursos físicos y sentimentales, entendí por qué tenía hambre, por qué estaba ese rio entre los alimentos y yo, y por qué no avanzaba. Comprendí lo que me esperaba si continuaba así.
Hoy miro hacia atrás y observo, porque sí, tengo la capacidad de observar lo que una vez perdí por falta de coraje. Las dificultades son solo obstáculos que nos ponen en el camino tan solo para saber que somos capaces de hacer por lo queremos, para saber si damos, y si merecemos. La vida no es fácil ni en tu fecha de nacimiento ni al momento de tu muerte.
No seamos de esos que se sientan a esperar que las cosas lleguen y se resuelvan, seamos de esos que luchan por lo que quieren, de esos que no tienen vergüenza de decir Yo lo intente, de esos que dan todo por aquello que les quita el sueño. Seamos parte de una historia, una historia verdadera con características de vida, en donde cada final es un nuevo comienzo. A veces necesitamos hacer inventarios en nuestra vida para saber que tenemos y porque vamos a luchar de ahora y adelante. No se puedo dormir sin un sueño, no se puede levantar sin ganas, no se puede caminar sin saber adónde ir, y no se puede estar en donde no se quiere estar. La VIDA ES PASADO, PRESENTE Y FUTURO, no podemos negar ninguno de estos porque estaríamos escasos de implementos para avanzar.
Luis Mazzanti